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Subject: La jovencita que sedujo a Nabokov ...
Date: Sun, 05 Feb 2006 00:28:23 -0500
From: Sandy P. Klein <spklein52@HotMail.com>
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Cultura
 
La jovencita que sedujo a Nabokov
 
Se publica en España el cuento 'Lolita', escrito por el autor y espía nazi Heinz von Lichberg, en el que según un crítico alemán se basó la famosa novela con el mismo título
 

SAN SEBASTIÁN. DV. Un hombre maduro cae prisionero de los encantos de una adolescente. La sangre le hierve y no puede enfriarla, aun sabiendo que esa temperatura será su perdición. Este argumento se ha dicho de mil maneras a lo largo de la historia de la literatura. Pero dos autores, Heinz von Lichberg y Vladimir Nabokov, han coincidido en llamar a la chica con el mismo nombre, Lolita.

Von Lichberg yacía en los oscuros sótanos del olvido cuando el año pasado un crítico literario alemán, Michael Maar, lo resucitó. El primero había escrito en 1916 un cuento titulado 'Lolita', que contenía el mismo argumento y punto de vista que la célebre novela de Nabokov, publicada en 1955.

¿Plagio? ¿Inspiración? La editorial El Funambulista acaba de publicar en español la 'Lolita' de Von Lichberg, para dar a conocer este cuento gótico y comparar sus mimbres con el texto de Nabokov. El autor ruso vivió en Berlín de 1922 a 1937, en el mismo barrio en que residía Von Lichberg, así que con toda probabilidad conocía el cuento. La coincidencia de los nombres es llamativa, pero el tratamiento literario de uno y otro se distancian, aunque las dos narraciones hablan en primera persona.

La Lolita de Von Lichberg, periodista alemán luego espía de los nazis, es la hija del dueño de una pensión alicantina, a la que va un erudito para concentrarse en su trabajo, mientras el protagonista de Nabokov, Humbert Humbert, busca también en un hotelucho de Texas un lugar para aislarse y escribir, cosa que no hará por la turbadora presencia de Lolita.

Los dos quedan tocados por la presencia de una adolescente en plena explosión vital, y ambos llegan a tener con ella relaciones, más recatadas en el caso de Von Lichberg, lascivas y cubiertas de escándalo en la novela de Nabokov.

Por supuesto, Milton se inspiró en el 'Génesis' para escribir su 'Paraíso perdido' y Shakespeare había leído 'La trágica historia de Romeo y Julieta', de Arthur Brooks, antes de crear su propia versión de la mítica pareja. 'Libros ex libris', decían los latinos: los libros salen de los libros.

El hijo de Nabokov, Dmitri, es de esta opinión, y cuando salió el estudio de Maar con el título de 'Las dos Lolitas' montó en cólera ante las insinuaciones de que su padre, con fama de genio, había caído en el lodazal del plagio. «Al contrario de lo que un montón de escritorzuelos están diciendo, no hay similitudes entre las dos obras, excepto el nombre, y el argumento forma parte de ese puñado de temas en el que se basa toda la literatura», escribió en el diario londinense 'The Guardian'.

Pero Maar se mostraba quisquilloso con los detalles. En el drama de Nobokov 'La invención de los Walzer', publicado en 1938, aparece el personaje de Annabel, claro antecedente de Lolita, y dos hermanos con el apellido al que hace referencia el título. En el cuento de Van Lichberg, también aparecen dos hermanos Walzer.

Caída en desgracia

A Nabokov le encantaban los juegos y quizá estas coincidencias eran para él una especie de bromas privadas. En el prólogo al libro que acaba de aparecer, Rosa Montero cree que Von Lichberg trata el tema de la atracción fatal mientras que Nabokov, más fino, «habla de la distancia entre nuestros sueños de felicidad y la posibilidad de conseguirlos». Sin embargo, la 'Lolita' del autor ruso también puede leerse como una cruel disección del deseo masculino, atrapado en la belleza de las mujeres.

La polémica ha logrado resucitar a Heinz Von Lichberg, seudónimo de Heinz von Eschewege, nacido en Marburgo en 1890. Su 'Lolita' apareció en el volumen de cuentos 'La maldita Gioconda: Caprichos'. Fue uno de los periodistas que cubrió la 'marcha de las antorchas' en 1933, con la que los nazis festejaron la victoria de Hitler y su ascenso a la cancillería.

Al año siguiente entró en la órbita del nacionalsocialismo. Pero publicó una reseña teatral poco amable con un autor nazi y la prensa del Reich la tomó con él. Relegado a escribir artículos costumbristas, ingresó en 1938 en los servicios secretos e hizo una fulgurante carrera como espía. Al término de la guerra, se retiró en la ciudad alemana de Lübeck. Cuando Maar lo resucitó, su nombre había desaparecido de los diccionarios de literatura alemana.

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